De que hablo cuando hablo de vacaciones

Para mi las vacaciones no son un lugar, ni siquiera un tiempo, ni tampoco un clima. Las vacaciones, las verdaderas, las auténticas, son solamente un estado mental. Un lugar en el que el alma está en armonía con ella misma, en relajación absoluta, más allá de preocupaciones, amores y desamores, llantos y alegrías, esfuerzos y perezas.

Hay pocas condiciones, la más importante: la soledad. Una silla al sol, un libro abierto, la melodía desafinada de los pájaros fundiéndose con el rumor del oleaje contra la arena, nadie mas yo y mis pensamientos. Mis vacaciones son un paréntesis en blanco entre miles de letras escritas.

La otra condición indispensable es el tiempo; tiempo para hacer todas las cosas del mundo. Y sin embargo, no hacer nada. Ese es el mayor placer, poder hacerlo todo y no hacerlo. Como si venciera al destino, a la rutina. Las vacaciones son no hacer nada