Fogoso hielo

Cuando se cierne la noche
sobre la antigua ciudad nevada,
sigo tu regreso esperando
junto a la lumbre y sin palabras,
en aquel sofá de pasiones.

Recuerdo cuando aquí morabas:
entrabas silente cual gato en libertad,
sin decir nada, tu y la gravedad,
por algún secreto pacto te desnudaba;
tu belleza frente a mi incredulidad.

Recuerdo cuando me amabas:
te abalanzabas sobre mí
con tu piel, fogoso hielo,
derritiéndote en mí lentamente.
Mientras tus besos reavivaban
las agonizantes brasas de mi ser,
los míos templaban tu fría tez.

Recuerdo también, cuando al final,
me besabas el hombro,
y un te amo escapaba de tu susurrar.